La colonización española
Las más antiguas divisiones territoriales de la
colonia fueron los pagos, antecedentes antiguos de los partidos, que nacieron a
partir de las primeras distribuciones de suertes de estancias.
Los pagos eran extensiones de tierra de límites imprecisos a partir de los
cuales se fueron dando las primeras mercedes de tierras lo que posibilitó un
lento poblamiento de la campaña.
Ya
en el siglo XVII se comenzó a llamar a esta parte del territorio bonaerense La
Matanza. En el siglo XVIII el pago de La Matanza comprendía
un extenso territorio al sudoeste de la ciudad de Buenos Aires. En 1730, se
erigieron los curatos de la campaña porteña, entre los cuales figuraba el de La
Matanza. Quedó entonces demarcado el territorio del Pago cuyos límites eran: al
norte el río Las Conchas (hoy Reconquista), al sur el río Matanza, al oeste el
Salado y al este la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo todavía se usaban en
los documentos de la época otros nombres para designar a esta parte de la
campaña bonaerense como por ejemplo Cañada de Juan Ruiz, Cañada de Oliva, Las
Conchas, Merlo y Morón, lo que nos lleva a pensar que aún no existía una
identificación certera del lugar con su nombre.
Siguiendo los límites de la organización eclesiástica,
se crearon las divisiones judiciales y administrativas con la designación de
los Alcaldes de la Santa Hermandad. Después de malogrados
intentos por fundar la Alcaldía del pago de La Matanza fue definitivamente
autorizada por el virrey Ceballos el 31 de diciembre de 1777 y el 1 de enero de
1778 se designaron las personas para ocupar ese cargo para “los
intermedios de Las Conchas y Matanza”, así son nombrados Don Bernabé
Casero y Don Juan Manuel Echabarri, “…dividiéndose el territorio por mitad…” Dicha
fecha es considerada por el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires,
desde hace 70 años, como la de la creación del partido porque se establece la
presencia del Estado Virreinal en el territorio.
Finalmente,
en 1784 queda deslindada la jurisdicción de ambos alcaldes, asignándole a uno
la Parroquia de Buen Viaje (Morón) y a otro las chacras de Altolaguirre y
Arguibel.
Mientras tanto el pago se fue
poblando a partir de del reparto de suertes de chacras y estancias, estas
tenían frente sobre el río Matanza. Las primeras tenían de 300 a 500 varas de
frente y una legua de fondo, y las segundas 3000 varas por 9000 de fondo. Con
el tiempo, por la muerte de los antiguos propietarios, el fraccionamiento o la
venta las dimensiones de los antiguos terrenos fueron variando.
Las características del pago
de La Matanza por aquella época fueron descriptas por distintos cronistas:
falta de árboles, campos cubiertos de cardos y la existencia de animales
salvajes como ñandúes, zorrinos y perdices. A medida que avanzó la colonización
incluyeron en sus descripciones al ganado y las chacras. El territorio estaba
escasamente poblado, en el padrón de 1744 se consignan 547 habitantes. En esta
época La Matanza era un territorio inseguro, de frontera con el indio y que
lentamente se iba extendiendo sobre la pampa.
Luego de la Revolución de Mayo
y con la apertura del puerto de Buenos Aires al libre comercio se potenció la
riqueza ganadera de la campaña bonaerense que se fue adaptando a las nuevas
circunstancias. La posibilidad de exportar cueros, sebo y tasajo, fue un
estímulo para que los hacendados bonaerenses intenten optimizar el rendimiento
de sus propiedades orientando su producción a los nuevos mercados que se
abrían. Consolidando la propiedad privada e instalando saladeros cuya
producción se exportaba a los mercados de Brasil y el Caribe. “En 1810 los
ingleses, Staple y Mc Neilse, organizan el primer saladero de esta orilla del
Río (de la Plata) destinado a elaborar tasajo, cuya producción tenía por
destino la exportación. Le sigue uno más importante y organizado, el fundado
por la sociedad Rosas, Dorrego y terrero en 1815. En pocos años la industria
del saladero se expandió rápidamente y con un concepto moderno de la
explotación facilitó la acumulación de grandes fortunas, las más importantes de
su época, que influirán en la política nacional durante muchos años. La
ganadería se encontraba en plena expansión a partir de las estancias que
funcionaban como unidades productiva orientadas al saladero…”
Para la primera década posterior a la Revolución
tenemos un documento de gran valor que un padrón de habitantes del partido de
la Matanza levantado en 1813, esta fuente fue trabajada por Claudia Contente y
nos muestra una radiografía de lo que era La Matanza en aquella época, “… el
laboreo de la tierra predominaba en La Matanza sobre la explotación pecuaria,
pero son las formas en las que se producía esa explotación que van tomando
ahora un carácter más preciso: encontramos pro una parte una pequeña élite (en
particular de propietarios) que se destaca por su capacidad de compra de mano
de obra, especialmente esclavos, pero también queda de relieve, y esto es lo
que nos parece más interesante, una importante masa de pequeños y medianos
campesinos que, gracias a la amplia difusión que alcanzaba el arriendo en la
zona y basándose particularmente en el trabajo del grupo familiar podía llegar
a realizar una cierta acumulación a partir del laboreo de la tierra…” Cabe aclarar aquí que el antiguo partido de La Matanza
tenía una superficie de más del doble que el actual, abarcando zonas de los
actuales Marcos Paz, Las Heras, Cañuelas y Lobos. El mencionado padrón da
un total de 1661 habitantes para Matanza.
La estancia El Pino
Esta estancia formó parte de las antiguas mercedes
reales y sus propietarios se pueden rastrear hasta el siglo XVII, así relata la
sucesión de propietarios el canónigo Marcos Ezcurra., descendiente de la familia
Ezcurra que fue propietaria de la estancia desde 1852 hasta 1929:
“Como establecimiento de campo, es quizás esta Estancia la más antigua de la Provincia de Buenos Aires, pués su origen se remonta a la época de la conquista del Río de la Plata. En efecto antes de 1620 el Rey de España hizo merced de sus campos al capitán Don Cristóbal de Loyola, de los primeros pobladores de la ciudad de Buenos Aires y conquistador de sus tierras a los Indios, en premio de sus buenos servicios y valor en las batallas contra estos, dándole dos leguas de tierra sobre la margen derecha del Río de la Matanza. Más adelante aumentó él sus posesiones con la herencia de su esposa Doña Antonia Navarro, hija del capitán Don Cristóbal Navarro, hombre principal y muy rico con las mercedes recibidas del Rey, desde 1595, como uno de los fundadores de la ciudad de Buenos Aires y de los primeros que la poblaron. Poseía campos de este lado del Riachuelo de los navíos hasta cerca de una legua de la ciudad. Allí había un Molino sobre el Río, plantaciones de viñas y frutales, pastoreo de animales para el consumo, sembrados, negras y negros que los cuidaban, según dicen antiguos documentos de 1647 en que aquél falleció siendo muy anciano, de más de 87 años. Dejó siete hijas todas casadas con hombres principales, entre quiénes repartió su fortuna, consistente en campos y casas en Buenos Aires y Santa Fe”“Los campos del Pino, en 1630 fueron invadidos por el alférez Roque de San Martín y Juan de San Martín, su hijo, atacando la propiedad y haciendo allí poblaciones, de lo cual sobrevino un pleito entre ellos y Cristóbal de Loyola, que dirimido por el corregidor de la ciudad de entonces, Don Alonso Pastor, a favor de Loyola, y confirmado después por el gobernador del Río de la Plata”“Después de los días de Loyola, por los años 1660 pasó a sus descendientes y a fines del siglo XVII y a principios del siguiente estaban en poder de Doña Isabel de Molina y Loyola, señora soltera y muy rica, pues su nombre figura en muchas posesiones y valiosos inventarios. Estos campos eran designados para tales personas en razón de su proximidad a la ciudad, siendo así más fácil administrarlos. Después de ella pasó la propiedad a otros poseedores y a la mitad del siglo XVIII la adquirió Don Felipe de Arguibel”
Arguibel por compra a varios linderos aumenta la
superficie de la estancia. A su muerte, la estancia grande comprendía 10000
varas de frente al río Matanza con fondo en la cañada de la Paja (arroyo
Morales), esta superficie incluía las 2000 varas de la Recoleta. En 1801, tras la muerte de Felipe de Arguibel, se realiza el
inventario de sus bienes, refiriéndose a San Martín, enumera la existencia de
“población, capilla, pulpería y varios esclavos”.
La sucesión de Phelipe de Arguibel, el 11 de
septiembre de 1803 le vende la estancia a Da. María Mercedes Sarasa, viuda
de Don Casimiro Francisco de Necochea y madre de los dos generales de la
Independencia de este nombre. Esta Señora se casó en segundas nupcias con Don
José María del Pino, hijo del Virrey, y su familia poseyó la Estancia hasta el
año 1821; y de aquí el nombre del Pino con que fue conocida.
Hasta el momento no tenemos muchos datos sobre la vida
de la estancia en este período, sólo aparece alguna referencia a sus
propietarios en el padrón de 1813, mencionado más arriba. En este
documento aparecen censados en agosto de 1813 Dn. José María del Pino
guipuzcoano de 46 años, los menores Eugenio, María Mercedes y Benito
Necochea de 19, 14 y 11 años respectivamente; María Josefa del Pino de 4 años y
María Josefa González de 29, todos ellos con el apelativo de Dones y Doñas.
Ademas se empadronan ocho esclavos varones mayores, dos de ellos con su esposa
y tres esclavos menores. También vivían en la estancia seis peones. Por lo que
se observa aquí se repite una constante en la población de la campaña bonaerense
de la época, el bajo número de mujeres, sacando los emparentados con el
propietario que eventualmente se hallaban en la estancia, sólo se mencionan dos
mujeres esposas de esclavos y por lo tanto esclavas. También podemos suponer
que esas no eran las únicas personas que vivían en el extenso terreno de la
estancia, que podría estar ocupado por agregados o arrendatarios, pero por
ahora no tenemos fuentes para corroborar esos datos.
El Partido de la Matanza durante el Rosismo
La batalla de Cepeda en
febrero de 1820, marcó el fin de la primera década de gobiernos criollos. La
renuncia del Gral. Rondeau y la disolución del Congreso que funcionaba en
Buenos Aires desde 1817, marco el fin de los proyectos hegemónicos de grupo
centralista y monárquico de Buenos Aires. En ese año Buenos Aires se constituye
como provincia autónoma y pacta la paz con los caudillos del litoral:
Estanislao López de Santa Fe y Francisco Ramirez de Entre Ríos. Luego de un año
1820 de suma inestabilidad política en la provincia, llegó al poder, apoyado
por los hacendados bonaerenses, el Gral. Martín Rodríguez. Fue en esta época en
la que un hacendado, comandante de las milicias de campaña, entra de lleno en
la vida pública apoyando la instauración del orden que significaba el ascenso
al poder del nuevo gobierno. Hablamos de Juan Manuel de Rosas.
Martín Rodríguez, con
Bernardino Rivadavia como ministro, emprendió una serie de reformas para
modernizar la provincia y terminar con lo que quedaba de las instituciones
coloniales.
Una de las reformas dispuestas
por Rivadavia, fue la supresión de los cabildos y la instalación de los
juzgados de paz, en el marco de una reforma general de la administración de
justicia, desde entonces, la creación de un nuevo partido se hallaba asociada
al nombramiento de un juez de paz. Por decreto del 28 de diciembre de 1821, se
crearon tres departamentos judiciales. El segundo de ellos se situaba entre los
ríos Matanza y Areco, y comprendía Morón, Lobos, Pilar, Villa del Luján,
Navarro, Guardia de Luján, Capilla del Señor, San Antonio de Areco y el Fortín
de ese nombre. Se puede observar, que no se encontraba La Matanza como partido
dentro de este departamento, por tal motivo el gobierno decidió por un acuerdo
celebrado el 6 de febrero de 1822, que el territorio que comprendía el partido
de la Matanza debía agregarse al juez de paz más inmediato a él, este era el
juez de paz de Morón. No obstante, se lo vuelve a restablecer en sus antiguos
límites el 29 de abril de 1825, por pedido de los vecinos "en donde
hacían notar que los intereses económicos de los pobladores de Morón y los
suyos diferían, por cuanto ellos eran hacendados y los primeros
agricultores". El primer Juez de Paz fue Don Manuel Torres.
Hacia 1820, el territorio de
La Matanza abarcaba parte de lo que hoy es la ciudad de Buenos Aires; su límite
noroeste era el Camino de Burgos, pero en la zona central, llamada Cañada de la
Paja, se confundía con el partido de Morón. Mientras que hacia el sudeste el
límite era el río Matanza, al sudoeste no estaba aún muy definido
confundiéndose con el partido de Lobos. Tanto desde el punto de vista
territorial como administrativo, el partido se hallaba dividido en cuatro
cuarteles:
·
El Cuartel primero
comprendía “los Tapiales hasta el bañado que divide con el partido de
San José de Flores”. Ocupaba los actuales barrios capitalinos de Villa
Lugano, Mataderos, Liniers. También las localidades de Villa Celina, Madero,
Aldo Bonzi. Tapiales. Tablada. Villa Insuperable, Lomas del Mirador, Ramos
Mejía, Ciudadela, San Justo, Villa Luzuriaga, Ciudad Evita y parte de Isidro
Casanova.
·
El Cuartel segundo se llamaba
el “Alto Redondo”. Se extendía por las actuales localidades
de Isidro Casanova, Rafael Castillo, Gregorio de Laferrere y
González Catán.
·
El Cuartel tercero comprendía “la
Cañada de La Paja hasta tocar el cuartel del Pozo". Se ubicaba en
la cuenca del arroyo Morales, que coincide aproximadamente con las
localidades de Virrey del Pino y 20 de Junio; también con parte del actual
partido de Merlo.
·
El Cuartel cuarto se
llamaba “los Pozos” y se extendía “ hasta el deslinde
con el partido de Lobos". Las localidades actuales que abarcaba
este cuartel correspondían a territorios de los partidos de Marcos Paz,
General Las Heras, Cañuelas y Lobos.
Los jueces de paz no sólo
ejercían funciones judiciales, sino que eran la mano ejecutora de las órdenes
del gobierno de la provincia en el partido. En La Matanza ocuparon este
cargo renombrados vecinos como Justo Villegas o José María Ezcurra y Arguibel.
En cuanto al perfil económico
para la primera mitad del siglo XIX, La Matanza se basaba en las actividades
agropecuarias. En los establecimientos correspondientes a los cuarteles primero
y segundo predominaban las llamadas chacras, que se dedicaban principalmente a
la actividad agrícola, aunque también se complementaba con la producción
ganadera; este perfil productivo se debía a que esos cuarteles se encontraban
dentro de las “tierras de pan llevar”, mientras que en los cuarteles
tercero y cuarto predominaban los establecimientos de estancia, dedicados a la
actividad ganadera y con mayor superficie promedio que las de los anteriormente
mencionados.
Sin embargo, en la mayoría los establecimientos productivos del
partido había presencia de variedad de ganado, independientemente de la
zona en la que estuviera ubicado. La actividad ganadera y agrícola se
complementaban, aunque en los cuarteles primero y segundo predominaba el
cultivo de los cereales, y en el tercero y cuarto sobresalía la cría de ganado.
Evidentemente la economía era mixta,
independientemente de estar ubicadas dentro de los límites de tierras de pan
llevar, o fuera de ellos.Muchas estancias poseían cultivos para el autoconsumo
y eventualmente para el abasto de la ciudad.
Desde 1830 y asentuando esta tendencia a partir
de 1850 observamos algunos cambios sustanciales sobre todo en la actividad
ganadera, la cría de ganado vacuno fue desplazada por la del lanar, que
será la más importante hasta finalizar el siglo.
De “El Pino” a “San Martín”
En 1821, José María del Pino le vendió la estancia a
la sociedad Rosas, Terrero y Cia. El 19 junio de ese mismo año se realizó la
mensura del terreno, que estuvo a cargo de Don Franco Mesura. En este documento
se detalla la composición del terreno y sus orígenes. Las tierras se reconocen
con los nombres de algunos de sus antiguos propietarios, así se habla
de tierras que pertenecieron a Felipe de Arguibel, Francisco de Merlo, de
Lugones, de la Santa Recoleción, su frente sobre el río Matanza era de 9500
varas (8227 m), mientras que de fondo tenía hacia el Sudoeste 9360 varas
(8105,77mtrs) y hacia el Noroeste 6750 varas (5845,5 mtrs). En 1874, tras
la muerte delpropietario de aquel entonces, José María Ezcurra, se realizó una
nueva mensura que consigna para el terreno 5131 cuadras cuadradas de 150 varas,
incluida la Recoleta, o sea un total de 6670 hectáreas.
Hasta 1837, la estancia perteneció a la firma Rosas,
Terrero y Compañía, sociedad integrada por Rosas, Juan Nepomuceno Terrero y
Luis Dorrego, ese año la sociedad se divide y Rosas se queda como propietario
individual, no sólo de San Martín o El Pino, sino también con El Rosario de
Monte y Chacabuco, en la zona exterior del Salado, en el actual partido de Las
Flores. Este verdadero complejo productivo fue propiedad del Restaurador hasta 1852. Fue
Rosas quien rebautizó la estancia como San Martín haciendo referencia al
Libertador, por el cual sentía un particular aprecio.
Las grandes propiedades rurales, estaban divididas en
puestos, ubicados generalmente en los bordes del campo para controlar mejor y
contener la hacienda, en el caso de San Martín existían seis: San Miguel, San
Juan, San Pedro, San Antonio, San Pablo y La Recoleta.
Con Rosas como propietario el edificio principal o
casco de la estancia fue ampliado y se le hicieron otros cambios.
“Esta Estancia fue plantada por Rosas de magníficos árboles y montes de toda clase de frutales; tenía además árboles seculares plantados por los primeros pobladores de los cuales aún algunos se conservan (…) La casa databa de los tiempos de Arguibel, refaccionada por Rosas, la Capilla que había era pequeña y dedicada a la Sagrada Familia…”.
Para
conocer las características del edificio en la época de Rosas también
contamos con un inventario realizado en 1852, con motivo de la expropiación de la estancia por los
vencedores de Caseros, en él se describía la situación edilicia, las
poblaciones de árboles y haciendas. Este documento redactado por el juez de paz
Lino Lagos, tiene pocos datos pero nos permiten tener una idea de la realidad.
“Casa principal se compone de seis piezas con techo de teja deterioradas y dos de media agua en ruyna, pozo y un cuarto y cocina de paja, en el esterior (sic) del cercado cuatro piezas y una cocina de azotea…”También aparece en el inventario alguna referencia a otras instalaciones como “un cercado de zanja en mal estado y otro cerco de palo y algún espinillo, entre todo de cuatrocientos cuarenta y siete postes y estacones y cuatrocientos ochenta y cuatro latas - Un cerco de palo a pique en circunferencia de parte de la casa de estacas de todas maderas”.
En
el rubro corrales se consignan “uno de caballos con cuarenta paraísos de
postes y ochenta latas = otro para hacienda, con mil quinientos espinillos y
doce palmas de trancas= una manga con ciento cincuenta espinillos y noventa
latas= veinte y seis lienzas para corral portátil”.
En
los puestos también había como viviendas “ranchos” y corralessimilares a
los del casco y gran cantidad de ovejas.
Para
terminar con este apartado, había una “calle de ombúes de sombra y
espinillos”
El
uso del alambrado no se generalizó hasta la década de 1860, por lo tanto los
limites y los cercados para apartar el ganado o defender los sembrados y
las quintas se realizaban con materiales existentes en la región. Por eso se
utilizaban “cercos vivos” hechos con especies vegetales como espinillos, cactus
o propiamente árboles, como por ejemplo talas, acacias o paraisos. También
se cavaban zanjas y se construían corrales de palo a pique, que consistían en
estacones clavados en el suelo unidos con tientos de cuero. Además existían cercos
de lienzo, o sea tablas, que se usaban para corrales.
Las actividades económicas
De
la documentación disponible hasta el momento se puede concluir que las
actividades que se desarrollaban en las estancias eran de lo más diversas y
tenían que ver con las características del terreno, la cercanía relativa de los
mercados y a su vez la articulación con los demás establecimientos del
gobernador. Obviamente el destino final de la mayoría de los productos era
Buenos Aires, en primer lugar el ganado vacuno que terminaba faenado en el
matadero de Palermo. Este ganado vacuno era criado en cantidades modestas en
San Martín, que tenía como actividad principal la cría de ovejas, “…aunque
también se realizaban invernadas del ganado que llegaba desde las estancias más
lejanas, antes de remitirlas al matadero, estas actividades se complementaban
con actividades agrícolas, horticultura, maderera y fabricación de ladrillos”.
En una carta que Rosas le dirige al administrador de
San Martín, Juan José Becar, hace mención al recuento de cabezas de ganado
vacuno que suman 3816 cabezas y 2150 vacas, incluidas las vaquillonas de tres
años.
Por otra parte en diciembre de 1838 se esquilaron 12949 ovejas.
Con respecto a la fabricación de ladrillos se
producían alrededor de 30.000 ladrillos por mes. En 1852 se contabilizaron
300.000 ladrillos, dos posos y dos pisaderos. También para ese año se
contaron 10975 ovejas y aproximadamente 2500 vacunos, 1500 yeguarizos y
300 burros.
Los productos derivados de la ganadería que se
mandaban a la ciudad consistían en lana, cueros de carnero, cueros vacunos,
sebo, aspas y cerda.
Del resumen anterior se desprende que la importancia
económica de los derivados de la ganadería ovina superaban ampliamente a los
derivados del vacuno y el yeguarizo.
También la documentación consultada hace referencia al
envío a la ciudad de otros productos como los frutales, particularmente
duraznos, aunque sabemos que la quinta de la estancia estaba poblada con gran
varieidad de árboles tanto frutales como para madera:
Durazneros 1300. Peros: 119. Granados, guindos y
damascos: 84. Parral de tres hileras. Manzanos 11. Nogales 180. Higueras 72.
Naranjos 72. Olivos 360. Paraísos y acacias 4012. Álamos: 475.
Con respecto a la actividad agrícola no tenemos datos
concretos, pero aparecen inventariados dos arados uno de bueyes y otro de
caballos, además de otros útiles de labranza, por lo que podemos suponer que
también se practicaba la agricultura.
El trabajo y los trabajadores
En las estancias bonaerenses el principal trabajo
relacionado con la hacienda vacuna y equina, era el aparte, conteo y marcación.
La ganadería de la época, caracterizada por una explotación extensiva de los
terrenos, requería de frecuentes conteos, que en muchos casos se complicaban
por la altura de los biznagales y cardales, que impedían la correcta
visualización de los animales, esto se desprende de una carta enviada a Rosas
por Becar:
“Sr., el ganado no lo he contado esperando se les caiga las (hojas) a los bisnagales (sic), porque por muy bien que se quiera recoger siempre se nos queda hacienda, hasi (sic) que ya los bisnagales raleen ya los contaré...”
Con la expansión de la cría del ovino aparecen nuevas
tareas como la esquila, en la estancia se contrataban peones que se sumaban al
plantel estable o mensualizado, en diciembre de 1838 trabajaron doce peones que
cobraban $ 8 cada cien ovejas esquiladas, recibiendo un promedio de $ 85 cada
uno al mes.
Para reforzar la mano de obra en el aparte y recogida
de animales por ejemplo en enero de 1839 se contrataron seis peones a $ 5 por
día. En el horno de ladrillos trabajaban un maestro de horno y seis peones, que
cobraban $ 60 por mes más una suma según la cantidad de la ladrillos
fabricados, por ejemplo el maestro de horno cobró en diciembre de 1838, $
210.
En cuanto al total del personal, en el padrón de 1836
aparecen censados: como cabeza del establecimiento Don Juan Nepomuceno Terrero,
14 personas blancas, 6 pardos o negros y 19 extranjeros: total 39. En el padrón
de 1838 aparece como cabeza del establecimiento el mayordomo, Juan José
Becar, además de 26 personas blancas y 2 pardos o negros: total 28. En 1840
también Becar con 33 blancos y 5 pardos o negros: total 38. Lamentablemente por
las características propias de estos padrones no poseemos mayores datos de los
censados pero podemos darnos una idea de la cantidad de personas que trabajaban
en la estancia, en este caso no se incluyen los habitantes de los puestos, que
serían empadronados como unidades censales independientes.
En esa época el problema de conseguir mano de obra
estable era algo común Por eso desde el estado se instauró una legislación
represiva de la vagancia y los propietarios rurales, en muchos casos, debieron
pagar salarios mayores para retener a los peones, asimismo para tareas que
requerían particulares conocimientos se podía contratar a extranjeros. Al
respecto afirma Salvatore “… Rosas había tratado de modificar la composición de
la fuerza de trabajo en sus estancias para hacerla más permanente. Cuando su
tentativa de retener indios cautivos resultó ilusoria y la compra de esclavos
se volvió muy difícil, Rosas contrató muchachos españoles. Estos trabajaban por
un salario del que descontaban el costo del pasaje adelantado por Rosas. Hacia
1845 constituían la mitad de los peones en San Martín…”.
En una carta que le envía Dioniso Schoo, el mayordomo
de San Martín, a Rosas en diciembre de 1844, hacía referencia a los “peones
gallegos” de la estancia calificándolos como desunidos y que “se pelean
como perros”, además de no saber montar, de dañarle el lomo a los
caballos y romper las herramientas. También en esta misiva le solicita a Rosas
que le mande cuatro muchachos jóvenes con montura y una cocinera. Este es
el único caso en el que se menciona una mujer entre el personal de la estancia.
El Canónigo Marcos Ezcurra también hacía referencia a
los peones gallegos “Rosas tenía muchos peones gallegos únicamente para
cuidarlos, sobre todo los naranjos, y largas escaleras para quitarles los
bichos de cesto o canastilla”.
La Estancia, personas y personajes
Nuestro partido fue también
escenario de las luchas civiles sostenidas entre unitarios y federales. Aquí se
deben mencionar la las figuras de Juan Manuel de Rosas y del Gral. Juan Galo
Lavalle.
El año 1829 estuvo signado por una crisis política y
enfrentamientos militares en la provincia de Buenos Aires y aquellos dos
personajes fueron los protagonistas.
El 1° de Diciembre de 1828 en la ciudad de Buenos
Aires, se desató una sublevación militar unitaria al mando del General Lavalle
contra el gobernador y encargado de las Relaciones Exteriores, de extracción
federal Manuel Dorrego, Acorralado, este último escapó hacia Cañuelas buscando
el apoyo de Rosas, la ausencia del gobernador fue aprovechada por los
sediciosos, quienes en una Asamblea declararon la destitución de Dorrego
por abandono del cargo, nombrando a Lavalle como gobernador provisorio de
la provincia.
A la sazón, Juan Manuel de Rosas, ejercía el cargo de
Comandante General de Campaña y le prestó ayuda militar a Dorrego, pero las
fuerzas de este último fueron alcanzadas por el ejército unitario el 13 de
Diciembre en Navarro, en ese partido tuvo lugar el lamentable fusilamiento
del legítimo gobernador.
La ejecución de Dorrego desató el enfrentamiento
armado entre los unitarios de Lavalle y las fuerzas federales comandadas
por Rosas y el gobernador de Santa Fe, Estanislao López, quienes contaban
con un ejército muy superior en número al de los amotinados.
Ambas fuerzas se enfrentaron el 26 de Abril de 1829,
en la batalla de Puente de Márquez en la que salieron victoriosas las huestes
federales.
Tras la batalla, el partido de La Matanza cobijó a
ambos líderes. Rosas acampó en su estancia San Martín (hoy Museo Histórico
Municipal) y Lavalle se refugió en la Chacra de Los Tapiales de
Altolaguirre, propiedad de la familia Ramos Mejía.
El 4 de mayo de 1829, Lavalle recibió en esa chacra al
Teniente Coronel Juan Manuel Yepes, edecán del gobernador de Santa Fe, quien
llegaba con una propuesta de paz.
De este modo, Juan Manuel de Rosas y Juan Lavalle
quedaron como únicos interlocutores para lograr la paz en el territorio
bonaerense y el partido de la Matanza fue el escenario de las tensiones entre
ambos.
La situación era insostenible para Lavalle, quien
desde Los Tapiales, inició una política conciliatoria con el jefe federal. El
jefe unitario envió representantes para entrevistarse con Rosas, pero el
entendimiento no se produjo, por lo que este último invitó a Lavalle a una
reunión a solas para lograr un acuerdo. El encuentro se produjo en la estancia
San Martín, 16 de Junio de 1829, desde donde luego ambos marcharon a Cañuelas
lugar donde firmaron el célebre pacto. Allí en el terreno neutral de la
estancia de Miller,”La Caledonia “ trataron mano a mano la paz. El 24 de
junio concluyeron el Pacto de Cañuelas. La firma de este acuerdo y los sucesos
que le siguen dejaron despejado el camino para que Juan Manuel de Rosas fuera
electo gobernador por la Cámara de Representantes de la Provincia, cargo que
asumió el 8 de diciembre de 1829.
El país y la provincia después de Caseros
La caída del Restaurador despejó el camino para la
organización constitucional de la Confederación Argentina.
Reunidos los gobernadores en San Nicolás firmaron el
histórico acuerdo que citaba a un Congreso Constituyente que se celebraría en
la ciudad de Santa Fe, pero también concedía a Urquiza módicos poderes
hasta que se verificara la sanción de la Carta Magna, además de tocar
otros puntos sensibles a los intereses porteños como la cuestión del número de
representantes al Congreso y la disposición de los ingresos de la aduana. El
gobernador provisorio designado por Urquiza, Vicente López y Planes, propiciaba
la firma del Acuerdo, pero otros líderes porteños no soportaban la idea de
quedar en pie de igualdad con las provincias menos ricas e “importantes”,
además de cuestionar los poderes otorgados a Urquiza, por lo que pronto se
alzaron voces opositoras que dieron lugar a “las jornadas de junio” enla
Legislatura Porteña que rechazó el Acuerdo. Como consecuencia de lo
ocurrido Vicente López presentó su renuncia y fue electo gobernador el
presidente de la Legislatura Manuel G. Pinto. Urquiza, que seguía de
cerca los hechos, dio un golpe, disolvió la Legislatura y restituyó a
Vicente López como gobernador, aunque este al poco tiempo vuelve a renunciar,
tras lo cual Urquiza asume el mando personalmente hasta que se marcha a Santa
Fe para preparar el congreso, antes de partir impone al Gral. José Miguel Galán
como gobernador. En este breve lapso en el que Urquiza se hizo cargo del
gobierno porteño, se levantó la confiscación de los bienes de Rosas y su
apoderado Juan Nepomuceno Terrero logró vender la estancia San Martín.
La oposición porteña aprovechó la partida de
Urquiza hacia Santa Fe para inaugurar el Congreso Constituyente y el 11 de
septiembre de 1852 se alzó en armas contra el gobierno de Galán, quien es
depuesto.La Revolución fue encabezada por Valentín Alsina y por el Gral.
Pirán. El gobierno provisorio de Buenos Aires se constituyó, entonces, con
el nombramiento de Valentín Alsina como gobernador. Los objetivos de Alsina
eran debilitar a Urquiza y estorbar la reunión del Congreso de Santa Fe. Pero
el coronel Hilario Lagos sublevo a la campaña y sitió la ciudad; Alsina
tuvo que renunciar, quedando al frente de la provincia el Gral. Pinto,
presidente de la Legislatura. Laimposibilidad de sostener el sitio en el
tiempo significó la secesión del la provincia de Buenos Aires de la
Confederación Argentina.
Poco tiempo después, la Confederación
Argentina aprobaba la Constitución Nacional y Buenos Aires se
transformaba en estado, dictando su propia constitución el 12 de Abril de 1854.
En mayo de 1854, Pastor Obligado fue electo gobernador
constitucional del Estado de Buenos Aires. Por su parte, en la misma época
quedaba instalado en Paraná el gobierno de la Confederación
Argentina con Urquiza como su presidente.
La supervivencia de la Confederación sin los
recursos de la aduana porteña no era viable, por tal motivo la convivencia
entre ambos estados estuvo signada por el conflicto y la guerra.
Luego de varios años de conflictos entre los dos
estados, en 1859 el Congreso Nacional le ordena a Urquiza la incorporación por
la fuerza de la provincia de Buenos Aires. Finalmente las tropas de la
Confederación comandadas por Urquiza vencieron a los porteños conducidos
por Bartolomé Mitre en la cañada de Cepeda el 23 de octubre de 1859. Tras la
derrota Buenos Aires firmó con Urquiza el Pato de San José de Flores, cuya
principal cláusula era la incorporación de Buenos Aires a la
Confederación.
Sin embargo, los problemas continuaron. La derrota de
Cepeda significó para los porteños su sumisión a los designios del interior y
no dejaron pasar la oportunidad para revertir esa situación. Ya con Santiago
Derqui como presidente, tras algunos conflictos en el interior en los que
estuvieron operando políticamente agentes porteños, un
nuevo enfrentamiento era inevitable. Es así que el 17 de septiembre de
1861 vuelven a enfrentarse en Pavón, Urquiza abandonó el campo de batalla sin
haber sido vencido y Mitre se alzó con la victoria.
Después de Pavón, Derqui renunció a la presidencia y
asumió el vicepresidente, pero en diciembre de 1861 renunció y se declaró
acéfalo el Poder Ejecutivo. En mayo de 1862 se reunió un nuevo congreso
nacional que nombró a Mitre provisoriamente a cargo del país hasta que en 1862
fue elegido presidente. De este modo la provincia de Buenos Aires vuelve a ser
protagonista en la conducción y organización del Estado Nacional.
Durante las presidencias de Bartolomé Mitre, Domingo
Faustino Sarmiento y Nicolás Avellaneda se profundizó la organización del
estado nacional y la incorporación de la Argentina al mercado mundial
como productora de productos primarios de origen agropecuario. El cuero y el
tasajo, cedieron su lugar a la lana que se transformó en el principal producto
de las exportaciones argentinas.
La Matanza Municipio
La permanencia de los jueces de paz como la principal
autoridad política de los partidos bonaerenses se mantuvo hasta 1854. Como
dijimos antes, en ese entonces Buenos Aires se hallaba separada del resto de
las provincias que formaban La Confederación Argentina y se había
constituido en Estado autónomo. En ese contexto se provocó un cambio
institucional que afectó la organización política interna de la provincia: fue
la sanción de la Ley de Municipalidades de Campaña, el 16 de octubre
de 1854. De este modo, se dejaban de lado varias décadas de control centralizado
del poder en los partidos por los jueces de paz, los cuales dependían
directamente del gobernador, y se restableció el régimen municipal, cuya última
expresión habían sido los cabildos suprimidos en 1821.
Según la mencionada ley
Según la mencionada ley
“El régimen económico y administrativo de cada uno de los Partidos de Campaña, estará a cargo de una municipalidad compuesta del Juez de Paz y cuatro propietarios vecinos del distrito – Cada Municipalidad tendrá dos suplentes…”
La Municipalidad de la Matanza quedó
constituida por: Lino Lagos, Pedro José Díaz, Pedro José Ezcurra y Juan Ramón
Muñoz, como miembros titulares y Antonio Papdorf y Santos Cabrera como
suplentes, mientras que el juez de paz y presidente era José Silveyra.
En ese entonces todavía La Matanza no tenía
un pueblo cabecera para asiento de las autoridades municipales, por tal
motivo habían comenzado desde 1853, tratativas para crearlo, es así que el 25
de diciembre de 1856, sobre tierras que pertenecían a los sucesores de Justo
Villegas, se crea el pueblo de San Justo, aunque hasta unos pocos meses
antes, el lugar elegido quedaba en el centro del partido en las llamadas
“tierras de Carrizo”. Los Villegas donaron los terrenos para la construcción
del centro cívico: la plaza, la municipalidad, la escuela, la parroquia y el
cementerio.
En 1864 se estableció una nueva división territorial
de la provincia y el partido de la Matanza pierde lo que fuera el
antiguo cuartel cuarto, que pasó a formar parte de de los partidos de Gral. Las
Heras y Merlo. En 1878 su superficie fue nuevamente reducida para formar el
partido de Marcos Paz, de esta forma sus límites se van conformando a su
superficie actual de 323 Km cuadrados.
La estancia de los Ezcurra
Entre principios de agosto y el 11 de septiembre de
1852, el embargo contra Rosas fue levantado. Su apoderado Juan Nepomuceno
Terrero trató de realizar algunos bienes de su poderdante, algo que resultara
de fácil venta. Para la estancia San Martín en Matanza sólo encontró como
comprador a José María Ezcurra, que poseía una estancia lindera desde 1828. La
operación se cerró por el precio de 1500 onzas de oro sellado que fueron
entregadas de contado por el comprador.
José María Ezcurra y Arguibel pertenecía a una antigua
familia de terratenientes matanceros. Sus padres fueron Don Juan Ignacio
Ezcurra y Doña Teodora Arguibel. Casado con Doña Isabel Fuentes tuvo nueve
hijos. Durante varios períodos ejerció como juez de paz, además era cuñado de
Rosas y nieto del ya nombrado Felipe de Arguibel. En 1825 le compró a su tía
Josefa Arguibel de Blanco un terreno de estancia de 1180 cuadras cuadradas de
150 varas (1994 hectáreas) que se llamó La Elvira.
Con el tiempo, por compra a algunos de sus vecinos, la superficie se extendió a
1858 cuadras cuadradas (3140 hectáreas). Lindero de la San Martín, la
adquisición de la estancia de Rosas significaba para Ezcurra contar con
unaextensión de casi 7000 cuadras cuadradas (casi 11830 hectáreas),
extensión superior a la totalidad de la superficie de la actual localidad
matancera de Virrey del Pino.
En
1861 falleció José María Ezcurra y Arguibel quien en 1857 había redactado su
testamento ante el escribano Marcos Agrelo. En 1874 muere su esposa y uno de
sus hijos, recién en ese año se abre su testamentaria.
Con respecto al casco de la Estancia
San Martín, en 1872 la familia Ezcurra le realizó una ampliación, quedando
el edificio con las mismas dimensiones que en la actualidad. Además se
agrandaron sus corrales y otras dependencias.
Además
de la casa principal, había dos piezas más y una cocina de peones con techo de
tejas del país, una caballeriza y un galpón y cochera con techo
de zinc, dos cocheras y dos piezas para granero con techo de azotea y por
último seis piezas para peones con techo de azotea y corredor al frente, un
aljibe y dos pozos de balde.
También tenía una quinta con cientos de árboles
frutales y de todo tipo, con una mayor variedad que en tiempos de Rosas: por
ejemplo tres montes de durazneros con más de 7000 árboles, 360 olivos, además
de nogales, acacias, higueras, naranjos, granados, aromos, etc.
El perímetro de la quinta era de 2449 varas (2120
m o sea 112 has.) y estaba cercado con una zanja y cientos de postes de
ñandubay, acacia, paraíso y espinillos. También había tres corrales de postes
de ñandubay, paraíso; un corral de ovejas de tres tablas de 250 varas una
colgadera de cueros de 43 varas, Además en esta época aparecen los primeros
alambrados de ocho hilos, especiales para ovejas y una gallinero para 100
gallinas enrejado con alambre.
En cuanto a los carruajes se consignan un ómnibus para
seis caballos, un carro de cuatro ruedas, otro de dos y una carreta de bueyes.
En esta época la capilla se renovó, ya se incluía en
el inventario un altar y retablo con una imagen de Cristo en marfil con la cruz
de ébano y filigrana de plata. Tenía además de los enceres para la misa, un
confesionario y una pila bautismal de mármol.
La estancia seguía dividida en puestos cuyos nombres
eran: Santa Isabel, San Teodosio, San Marcos, Las Mercedes, San Pedro, San
Gregorio, San Antonio, Santo Tomas y San Mariano. La Recoleta aparece
inventariada como estancia. Con sus construcciones, corrales, haciendas y
puestos.
Tras la muerte de José María Ezcurra y Arguibel, sus
posesiones se dividen entre sus hijos. A Pedro Tomás Ezcurra se le
adjudican La Recoleta (lote IV del plano). El casco de la San
Martín pasó a Lorenzo Ezcurra (lote II). La estancia La
Elvira le tocó a Encarnación Ezcurra de Leguineche (lote I) y a Juan
Ignacio el puesto San Mariano (lote III).
Las actividades productivas
La producción de la estancia en esta época se
encontraba volcada a la producción ovina, coincidiendo con la tendencia de los
mercados demandantes de lana. Solamente en el puesto denominado San Mariano se
encuentra inventariada hacienda vacuna que asciende a 3795 cabezas.
Como puede observarse en el gráfico anterior, el 78 %
de la existencia de ganado corresponde al ovino, sólo había un 18 % de
vacunos y 4 % de equinos, lo que demuestra que la producción de ovejas era la
actividad por excelencia en esa época.
Desde 1880 las cosas habían cambiado mucho. El país
vivió un período de crecimiento económico, que con altibajos se mantuvo hasta
1930. Tras el fin de la era del lanar, la economía argentina se volcó hacia la
producción de cereales y carne, que eran enviados a Europa. La llegada de
millones de inmigrantes transformó la tradicional sociedad criolla, surgieron
nuevos sectores sociales y también nuevas demandas. Los antiguos terratenientes
se transformaron en la nueva oligarquía que contaba su ganado y sus mieses con
la mirada puesta en Europa. En 1916 el Régimen político por ellos ideados para
perpetuarse en el poder cedía su lugar a otro representativo de los nuevos
sectores sociales que habían crecido al amparo de la modernización planeada por
la elite dominante.
El año 1930 fue de quiebre, la crisis económica
mundial desatada en la bolsa de Nueva York unos meses antes, se extendió por
todo el mundo y la dependiente economía argentina la sufrió de lleno. El modelo
agrario exportador entró en crisis, los mercados se cerraron y el crédito
desapareció.
La incipiente democracia argentina también entro en
crisis, el 6 de septiembre de aquel año se produjo el primer golpe militar de
la historia, con su correlato de persecución y represión. Junto con los
militares la vieja oligarquía volvió al poder y retornó a sus métodos más
oscuros el fraude y la corrupción.
La historia del país coincide con la historia
de la Estancia. En 1929, fue vendida a Domingo Kairuz. Luego de años
de esplendor comenzó su decadencia como establecimiento agropecuario.
El Partido de La Matanza también estaba
cambiando, desde 1930 se acentuó la industrialización por sustitución de
importaciones, muchas fábricas eligieron la Matanza para establecerse
al amparo de una legislación que promovía su instalación, con el tiempo el
municipio adquirió un perfil industrial que aún mantiene a pesar de las crisis
cíclicas de la economía argentina. La crisis de las economías regionales del
interior expulsó de sus lugares de origen a millones de personas que formaron
las corrientes migratorias internas que poblaron los alrededores de la ciudad
de Buenos Aires. Muchos provincianos eligieron La Matanza para vivir
y así crecieron los barrios a la vera dela Ruta Nacional Nº 3. El Partido
ofrecía tierra accesible y con facilidades, e industrias que demandaban mano de
obra. La población creció y el tejido urbano se extendió por las antiguas zonas
rurales. Mezcladas entre las calles y los lotes de diez metros de frente aún se
encuentran construcciones pertenecientes a las antiguas estancias y chacras.
Volviendo a la estancia El Pino. En 1946 Kairuz le
vendió la antigua casa y 200 hectáreas a la firma Justo Hermanos y
Cia. SA, quienes procedieron al fraccionamiento y loteo de los terrenos
aledaños.
Pese a su declaración como Monumento Histórico
Nacional, dicha firma en 1969 advertía a la Comisión Nacional de
Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, sobre el deterioro del edificio.
Finalmente en 1970 el casco de la antigua estancia y dos hectáreas linderas fue
adquirido por la Municipalidad de La Matanza.
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